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Al nacer, el cerebro no es una tabla rasa, sino que presenta una serie de circuitos y estructuras predeterminados -por nuestro programa genético- y generados durante el desarrollo prenatal y postnatal. Sin embargo, el impacto del ambiente sobre ellos es enorme, pues modula y afina cada una de esas funciones mentales que constituyen el eje de nuestra vida diaria. Entonces ¿qué pesa más: la herencia o la experiencia? Tras décadas de debate sobre el peso relativo de las influencias genéticas y ambientales en nuestra inteligencia o en nuestra memoria individuales, por citar dos de los aspectos más estudiados, hoy la mayoría de científicos apuesta por un enfoque integrado, pues consideran la genética y la crianza partes indivisibles de la misma realidad: el desarrollo del ser humano.
El descubrimiento de cómo los genes influyen en el comportamiento humano sumado al de cómo la epigenómica obra a su vez el proceso inverso están reestructurando la visión dicotómica y enriquecen el debate clásico, como puede apreciarse en este volumen.